Camino por Costa Rica, Honduras, Nicaragua a paso tranquilo observando un espacio que invita al recorrido. La Plaza de Palermo Viejo. Prolija, cuidada. Arboleda frondosa que mantiene el follaje verdoso a pesar del otoño que colorea de ocres y amarillos el paisaje. El sol va cayendo.
Sigo un camino no preciso. Llevo un libro de Mario Benedetti: "¿Quién juzga a quién?" dispuesta a continuar su lectura sentada en un banco de cemento que me permite disfrutar la tibieza de los rayos del sol.
Me intriga la presencia de un hombre deambulando. Cabellos canosos, espalda encorvada, piel arrugada, campera gruesa de color canela con muchos inviernos a cuesta.
Habla solo. Sus ojos miran sin mirar, pero a la vez buscan algo. ¿Qué?. Una piedra, un recuerdo, una historia, un viejo amor... No lo sé.
Se sienta muy cerca de dónde estoy yo. Escucho con dificultad que tararea una melodía al mismo tiempo que con inquietud se desliza buscando su propia sombra. Da unos pasos acercándose más y más al pino plateado y se pone a jugar con sus dos manos.
Cierro mi libro. Mi mano derecha toma mi barbilla. Me quedo ensimismamada pensando y mis pensamientos vuelan hacia otros instantes, otros recorridos, otros caminos. La música se hace presente. Las imágenes también. Todo se asocia y se multiplica. El hoy enganchado del ayer para llegar al mañana. El sol se va escondiendo dando lugar a la figura redonda de una luna gitana que invita a la pasión, al fuego interior.
Dejo fluir lo que siento y allí mismo canto:
El hombre vino del mar.
Piel oscura, ojos pequeños,
las manos llenas de sombras,
las sombras llenas de sueños.
Y a cambio de una cerveza,
por la noche, en la cantina,
con exótica destreza,
regalaba sombras,
sombras de la China.
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Las manos del sueño
siempre traen un sueño
de la mano.
El amor vino en Abril
recitando viejas coplas;
las manos llenas de besos,
los besos llenos de sombras.
Las manos, llenas de sombras;
las sombras, llenas de estrellas.
Y con ella voy y vengo
fijo en que al volver la esquina
lo que soy y lo que tengo
solo serán sombras,
sombras de la China.